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sábado, 16 de septiembre de 2017

Reseña nº16: "Si los almendros florecen en Diciembre" de Samuel Tomás




Autor: Samuel Tomás
Ilustraciones: Gabriel Suárez
Editorial: Chiado Editorial
Año de Edición: 2017



Hugo sale a pasear como cada tarde y descubre, muy cerca de su casa, un sendero que sorprendentemente nunca había transitado. Tras atravesarlo y experimentar sensaciones nuevas, conoce a una criatura fantástica en el cuerpo más simple. Entabla con ella poco a poco una relación que le hará replantearse su presente y su futuro. “Si los almendros florecen en diciembre” es un cuento breve. No es un cuento infantil. Tampoco adulto. Porque Hugo no es un niño ni un adulto. Es un cuento sobre las dudas, los miedos, las batallas personales que las personas libramos a diario y sobre cómo decidimos enfrentarlas.



Esta novela corta defiende la sencillez y la belleza del camino hacia nosotros mismos y de cómo evolucionamos en el sentido práctico, hasta tomar una determinación u otra. Se encuentra plagado de metáforas y en ocasiones de un “doble sentido” que le corresponde al lector desentrañar. Es un libro para leer no una, sino varias veces, y en cada una de ellas se pueden encontrar nuevas conexiones y reflexiones sobre el sentido de la vida, todo ello acompañado de preciosas y significativas ilustraciones.

En primer lugar, una de las cosas que más ha llamado mi atención es la indistinción entre adultos y niños, pudiendo darse el proceso descrito en ambos por igual. Trata aspectos clave de este desarrollo, tales como el apego a “antiguas pertenencias” o “creencias”, así como los “monstruos” o miedos y dudas que nos acechan, a los cuales solemos evitar a diario mientras no nos armemos de valor para enfrentarlos.

“Actuaba así porque pensaba que si no veía, si no escuchaba, si no pensaba, podía pasar desapercibido ante los monstruos que habitaban más allá de las casas”

Además, presenta la amistad como una componente importante, que, en este caso, puede interpretarse como el sentimiento de amor y cuidado a uno mismo, tan necesario cuando se trata de nuestro crecimiento personal. Todo esto va de la mano con el aprendizaje que motiva la conversación entre los dos protagonistas, representando a mi parecer, un diálogo interior con uno mismo, al que Hugo se asoma cuando mira hacia el interior de la fuente, tal y cómo vemos en la portada principal.

Inevitablemente, esta vertiente me recuerda una obra maestra:

Fue el tiempo que pasó con su rosa lo que la hizo tan importante,
El Principito de Antoine de Saint-Exupéry.​

En el texto también quedan representados esos periodos en los que no existe una comunicación fluida interior, aquellos en los que estamos perdidos y no hay respuestas, sólo el silencio previo, la búsqueda, la meditación quizás, y una larga y paciente espera a encontrarnos con nosotros mismos.

Si los almendros florecen en Diciembre” ya nos está diciendo en el mismo título de qué trata la historia; da igual la época del año o de la vida, el momento oportuno puede encontrarse a la vuelta de la esquina o, en este caso, de la fuente.


Porque, ¿qué es la vida sino un conjunto de sucesivas metamorfosis personales?



3 comentarios:

  1. ¡Hola!

    Pues no soy mucho de libros infantiles pero este parece que trata temas muy profundos, no lo descarto.

    ¡besos!

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    Respuestas
    1. Hola Irene, pues es un libro muy sencillo pero no me atrevería a calificarlo de libro infantil, ya que la enseñanza que transmite es aplicable tanto en niños como en adultos. Me alegro que te haya ayudado a considerarlo. Un abrazo!

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    2. Buenas tardes, Irene y Rosita. Soy Samuel, el autor, efectivamente el libro presenta una estética infantil, pero no debemos considerarlo como tal. No lo es, las reflexiones que contiene, que cada lector hará suyas de una u otra forma, se dirigen más bien a un público adulto. Me ha encantado tu análisis. Irene, cómo no, te animo a que lo leas. Un saludo.

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