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lunes, 21 de octubre de 2013

Sobre todo mirar.. como si no pasara nada

 Pensó.. Y pensó que se trataba de inocencia. Durante un tiempo sintió que todo se había vuelto más complicado de repente. Pensó que era normal. Que la gente crece e inevitablemente, cambia. Lo que no entendía era cómo ese cambio podía no ser lo esperado. Hasta que un día pensó de nuevo… volver al estado inicial. Hace años, cuando todo no suponía un problema, cuando un mal gesto dolía, pero no causaba resentimiento, sino perdón. Había cargas, sí. Se habían convertido en losas que los pilares fundamentales se veían obligados a soportar, nublando sus verdaderos propósitos, su percepción de la vida. La fuerza interna que impulsaba antaño, se sentía latente, sólo quedaba liberarse del peso. Que la vida a veces pasa y no pasa. Te ata de pies y manos. Te contamina. Y con suerte, la conciencia alumbra, el alma aflora y en el corazón ya no hay una ventana, o una puerta, ni nada que necesite ser abierto. La inocencia ya no es producto del desconocimiento, ahora emana de la sencillez, de la humildad, de la simpleza, de la bondad… siempre que estas cualidades se sigan observando en los demás por encima de sus opuestas.


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