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lunes, 26 de diciembre de 2011

Nubes blancas..


Nubes blancas se dibujan sobre nuestras cabezas, el sol hace más llevaderas las bajas temperaturas y una leve brisa nos acaricia las caras. El olor a hierba es embriagador y hay colores por todas partes. Por un momento quedamos absortos, mirando al infinito, inspirando con fuerza, con los brazos extendidos, receptivos, sintiendo el suelo húmedo y firme, así como la mutua presencia que flota en el aire. No hay nada que perturbe a las nubes, que se mueven impasibles dando lugar a las formas más insospechadas. Me coges de la mano y nos adentramos en un ejército de árboles que, lejos de ser espesos, gozan de un manto rojizo y amarillento a sus pies. Las hojas muertas dotan al paisaje de unos retazos de vida especiales, de los que nos empapamos, sin darnos cuenta. Se escuchan sus crujidos, las levantas con el pie y me las lanzas, para después hacerme caer sobre las mismas. Reímos. Nos miramos. Nos sentimos. El mundo no gira, el reloj se ha parado y, sin embargo, estamos más vivos que nunca. A menudo sentimos la necesidad de hacer algo distinto para percatarnos de que estamos en marcha, y sólo a veces, queremos quedarnos donde estamos... Para siempre.
Música: Nubole Vianche. Ludovico Einaudi.


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