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jueves, 21 de mayo de 2020

REPARADORES DE SUEÑOS: El origen: las tribus oníricas



-Capítulo 8-

El origen: las tribus oníricas



El mundo no siempre ha sido tal y como lo conocemos. Hubo un tiempo en el que las personas vivían en transición entre Getsebel y la Tierra, manteniendo un equilibrio en el que los malos sueños nunca atormentaban a su dueño, sino que únicamente cumplían una función reguladora y de adaptación. La pureza de espíritu era lo que caracterizaba este lugar, en el que se concentraba toda la fuerza que daba luz a la existencia, conectando cada diminuto ser que poblara la Tierra, como parte de ella misma. Pero hasta la más profunda buena intención, puede volverse liviana y verse quebrantada ante una mala vibración, convirtiéndose por antagonismo en un etéreo deseo de lo que realmente es y transformando lo que le rodea en la creencia de pertenecer a algo que se corresponde con lo que debería de ser. Las tribus se agrupaban en comunidades de acuerdo a sus habilidades, las cuales les venían dadas por nacimiento. Así, se podía encontrar la Comunidad del Sustento, cuyos miembros se encargaban de velar por un reparto equitativo en la cadena alimenticia de la vida, dotando de alimento o buscando cobijo dentro de la naturaleza para aquellos que lo necesitaban; o también existía la Comunidad del Disenso que solía proveer armonía y tolerancia en las relaciones entre diferentes miembros de tribus, salvaguardando la heterogeneidad, necesaria para mantener el pensamiento sano. Otro ejemplo sería la Comunidad del Adiestramiento, dónde se transferían los conocimientos, así como las prácticas imprescindibles para aprender un oficio necesario para todos; o la importante Comunidad del Scire, responsable del educar el saber más allá del entendimiento, el saber como una actitud. Entre todas estas Comunidades había una denominada la Comunidad del Alumbramiento, que destacaba por la extraña habilidad de sus integrantes de limpiar todas aquellas vibraciones negativas que a veces se adueñan de las personas a través de los sueños. Dentro de la misma estaban incluidos los Batidores de la Trepidación, personas que entregaban su vida a la intensa tarea de cazar toda la materia oscura, es decir las malas intenciones o sentimientos que amenazaban con destruir Getsebel y los sueños reparadores. Todos ellos seguían la intuición de una sola persona que llevaba la pesada carga de filtrar todo aquello que sus compañeros cazaban, la Getsemaní o imago. Ella era capaz de neutralizar cada mal augurio, con anterioridad a su materialización, disolviendo cualquier posibilidad de asolar el mundo. Atacaba al origen de la mala energía sin contemplaciones y sólo ella podía delegar su responsabilidad en otra persona de su elección que poseyera su misma intuición. Sin embargo, llegó un momento en el que lo que hoy llamamos pesadillas, se tornaron sueños sin objetivo aparente más que el de hacernos sufrir, pero su razón de ser iba mucho más allá y su pretensión era romper el equilibrio. Entonces comenzó a surgir la duda, especialmente en miembros de tribus ajenas como los tropos que ya conoces, que consideraban que las tribus oníricas estaban perdiendo el control y que la realidad estaba cambiando. Getsemaní vio mermada su capacidad para asimilar todos estos sueños terroríficos que ponían en entredicho hasta la más básica premisa de Comunidad. Dicen que llegaron a tomar forma de vibración en su intento por volverse reales y que hacían temblar de miedo literalmente a aquellos que los padecían. Las pesadillas cada vez se hacían más potentes y Getsemaní empezó a perder su intuición. Desbordada por las circunstancias, se fue apagando y no pudo trasladar su sabiduría a ningún otro miembro de su tribu. A partir de aquí se desarrolló la creencia de que Getsebel era el origen de todas las guerras que comenzaron desde que desapareciera el último imago, hasta el punto de cerrarse todas sus puertas y transmutarse en una ilusión más propia del mundo de los sueños, los mismos que albergaba antaño. Estos sueños salieron despedidos de su fuente para morir o refugiarse de generación en generación en los privilegiados descendientes oníricos. No se trataba sólo de sueños triviales inspirados por recuerdos o sensaciones concretas, sino de los deseos más puros y profundos que albergan los seres humanos y, sin los cuáles, no es posible que el planeta sobreviva. Por esta razón el balance de las nuevas creaciones como puede ser la tecnología o la industria, se encuentra descompensado y el fin para el que son usadas inclina la balanza hacia el daño producido, que ya es mayor que el bien para el que fueron ideadas.
Entre los defensores de las tribus oníricas ya se encontraban entonces los maqueos, famosos por sus habilidades curativas a partir de los recursos que les brinda la naturaleza. Además, se dice que ciertos maqueos nacían con la misión asignada de asistir a otra persona de por vida, creándose un vínculo que, de la misma forma que les daba la vida, también se la quitaba cuando éste se rompía. La última Getsemaní había pasado toda su vida junto a Dalías, un maqueo que, además de estar vinculado a ella como curandero de su tribu, también era el padre de su hija única, Miscelánea. Desgraciadamente Dalías abandonó Getsebel junto a su esposa cuando el vínculo de la vida pasó a formar parte de la muerte, y se piensa que Miscelánea no sólo con capacidad intuitiva sino también curativa, se refugió junto a los maqueos que la mantuvieron oculta con la esperanza de que volviera a surgir la figura de un imago. Los maqueos conservaron un vínculo mucho más importante que el de cualquier curandero, ya que las tribus oníricas, perseguidas y brutalmente golpeadas por el destino, se fundieron con ellos y quedaron embebidas por esta estirpe junto a la reminiscencia de sus responsabilidades innatas. Por ello, esta tribu también se encargó de mantener vivo Getsebel en secreto, como única forma de proliferación de buenas vibraciones dentro del caos que reina hoy en día en el mundo moderno. De esta forma, aquellos con capacidad para cruzar el portal, se adentran en ella cada primavera a través de las rocas oscuras llamadas oniris. Pero ahora los tropos han descubierto este lugar sagrado y se van a encargar de acabar con él.
Cirene observa a su interlocutor impertérrita, tratando de asimilar la historia que le acaba de narrar. Entonces Eneas continua para responder a su mirada interrogatoria:

-          Los tropos piensan que Argo posee capacidades oníricas y pretenden averiguar cómo dominar esta habilidad de saltar entre mundos para eliminarla o corromperla. Quizás le correspondiera a él hablarte sobre su procedencia, pero, dadas las circunstancias, me veo obligado a hacerlo yo. Argo es un maqueo, al igual que yo.

La muchacha está observando a Eneas de manera impasible mientras multitud de pensamientos se agolpan en su mente. 

-          Ahora entiendo que el violento zarandeo en medio del cual despertaba muchas noches no era producto de mis sueños o, mejor dicho, sí. Pero no alcanzo a entender mi papel en toda esta historia – expresa la chica preguntando con la mirada a Eneas.

-          Nadie lo sabe aún, Cirene. Eso es lo que debemos de averiguar. Quizás tú también seas maquea – responde el muchacho.

-          Eso no puede ser. Hasta dónde yo sé, como bien me trasladó Argo en su momento, la protección de la planta sagrada metis sólo funciona ante los maqueos como mujer ajena a la tribu. Y conmigo funcionó. Lo que está claro es que recientemente ha experimentado personalmente mi capacidad de acceder a Getsebel… – argumenta Cirene algo asustada.

-          De cualquier manera, dado que las tribus oníricas ahora forman parte de los maqueos debido a la fusión que acabo de mencionar, tampoco puedes pertenecer a las mismas, ya que son una sola – razona Eneas dubitativo.

-          Pero entonces, ¿a dónde pertenezco y por qué comparto esta habilidad con ellos? –  vuelve a preguntar la muchacha.

-          Créeme, eso es algo que hasta al propio Argo desconcertó en el momento de su descubrimiento. Lo más importante ahora es tratar de sacar a mi tío de esta situación y creo que sé por dónde debemos comenzar – Eneas confía en que camino de este propósito puedan descubrir algo más sobre la procedencia de Cirene y sus habilidades, pero se resigna a dar más información que procesar a la chica en este momento ya que considera que sería contraproducente con su misión.

-          Entonces sólo dime por qué apareciste de repente cuando me sacaron de aquella roca y si no es una coincidencia que tropezara contigo justo antes de conocer a tu tío– increpa la perpleja Sassa a su sospechoso salvador.

-     Los maqueos también somos muy intuitivos y tenemos la suerte de seguir remotamente conectados a Getsebel – sonríe Eneas a su interlocutora, pero viendo que ésta no se da por satisfecha concreta – ¡Soñé que me pedías ayuda!

-          ¿En serio? Pero, ¿cuándo y dónde estaba yo? – enloqueció Cirene.

-          Está bien, ya tendremos tiempo de hablar más tranquilamente sobre todo esto, ahora tenemos que ponernos en marcha y te contaré por el camino.


Eneas y Cirene se disponen a prepararse para encontrar a Argo e impedir que nada malo le ocurra, entre la lluvia de preguntas por la que la mente de Cirene atraviesa en estos momentos y las cuáles suelta en voz alta intermitentemente. Eneas las esquiva lo mejor que sabe e intenta centrarse en lo verdaderamente importante, aunque ya se ha percatado de lo difícil que le va a resultar dosificar la información a su persuasiva e inquieta compañera.

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